Cuento a partir de las sueños

 

Anita Vicente.

Comisión  5, docente; Santiago Castellano.

Consigna: contar tres sueños ya sean propios o ajenos, luego realizar un cuento a partir de uno ellos, tiene que contener un elemento extraño.

Modalidad: individual.

Texto de primera escritura.

Sueños:

-       Estaba de viaje en las cataratas con mi madre, nos íbamos a tirar de una tirolesa, esta fallaba y empezábamos a caer al vacío, lo raro era que nunca terminábamos de llegar al piso.

-       Una mañana me despertaba angustiada con la sensación de que algo malo iba a suceder, me levantaba de mi cama e iba a tomar el desayuno que me había preparado mi madre al patio, me sentaba allí hasta que de pronto aparecían dinosaurios que destruían toda nuestra casa.

-       Iba de viaje a visitar a mi familia, entraba a mi casa y había gente en remplazo de ellos, eran personas que yo no conocía pero a la vez me resultaban familiar, todos actuaban normal como si nada estuviera pasando y como si ellos también me conocieran a mi.

En una mañana extrañamente cálida de otoño, me desperté en mi pequeña habitación, el sol entraba entre las hendijas y se sentía el olor del pan casero de mi mama, todo estaba normal, como todas las mañanas. Pero sin embargo yo sentía una rara sensación dentro mío, como si algo malo fuera a suceder. Como simplemente era una niña no le di mucha importancia a este sentimiento.

Me levante de mi cama y me dirigí al baño para lavarme la cara. Luego fui a tomar el desayuno; decidí ir al patio, ya que, vivíamos en un campo muy tranquilo en el medio de la nada, me gustaba mucho pasar el tiempo allí, disfrutar del viento fresco y los grandes paisajes. Me senté en una vieja silla de madera mientras tomaba el desayuno.

Hasta que algo interrumpió mi tranquilidad, en el fondo de los árboles se empezaron a aproximar grandes criaturas, con cuerpos masivos, cubiertos de escamas y colas gigantescas. Mi corazón empezó a latir muy fuerte, quería gritar pero no podía, quería moverme pero el shock era tan grande que apenas podía respirar, fue ahí cuando apareció mi madre, me abrazo muy fuerte, nos miramos a los ojos y solo esperamos lo peor.

Estas grandes criaturas eran dinosaurios, habían surgido del suelo después de años descansando bajo tierra, y venían a destruir todo lo que se cruzara en su camino.

Cada vez se aproximaban más a nosotros y a nuestro hogar, con cada paso destruían todo a su alrededor, el suelo se agrietaba por su gran peso. Todo lo que conocía, las praderas que observaba todas las mañanas desaparecían. Estaba en shock, todo lo que conocía se esfumaba delante de mis ojos.

Fue así como rápidamente llegaron a nuestro hogar y a demoler todo lo que teníamos, ellos no tenían intención de hacernos daño pero sin embargo de una forma u otra lo hacían, era desgarrador escuchar los gritos de mi madre y no poder hacer nada más que abrazarla.

Los dinosaurios siguieron su camino, como si tuviesen un destino, todos juntos, como si alguien o algo los estuviese guiando.

Con todo destruido solo quedaba empezar de cero, esa rara sensación de incertidumbre se había ido, dejando lugar para una nueva, la esperanza.

Después de este suceso los días se hicieron largos y extraños. El campo que había sido algún día un lugar de paz y tranquilidad, ahora era algo desolador, marcado por los destrozos de los dinosaurios. Las huellas habían quedado como grandes cicatrices en el suelo. Y aunque nuestra casa no había quedado completamente destrozada, le faltaba gran parte del techo y algunas paredes. Pero mama y yo sabíamos que este no era el final, no era tiempo de rendirnos, teníamos que seguir adelante.

Sin embargo, la sensación de que este no había sido un hecho particular no desaparecía, esto no era simplemente un accidente.

Los días pasaban y aunque trataba de distraerme con distintas tareas como reparar el jardín, plantar nuevos árboles, ayudar a mama a reconstruir la casa, algo en mi interior me decía que no estábamos a salvo. ¿Por qué habían venido los dinosaurios? ¿Qué significaba todo aquello?

Una tarde, mi mama estaba arreglado un pedazo de madera rota para sellar una ventana, fue ahí cuando escuche un extraño susurro, como si el viento me hablara. Con mucho miedo me acerque a la puerta del patio. Allí, en el borde de los campos pude ver algo inesperado, una gran sombra, muy familiar. Esta venía muy rápida y decidida, pero esta vez no era tan grande como aquel día. Era diferente, más pequeño, con una apariencia un poco más amigable.

Sin dudarlo corrí hacia él, con mucha incertidumbre y a la vez miedo de lo que podría pasar. Al acercarme el dinosaurio giro haca mí y me miro a los ojos. Este no era como las otras, no tenía intenciones de destruir ni causar miedo. Era curioso, casi inocente, como si de alguna forma se hubiera perdido.

-¿Qué quieres? Le pregunte, sin saber si realmente esperaba una respuesta.

Para mi sorpresa, el dinosaurio emitió un sonido suave, como un murmullo, y se acercó aún más. No lo comprendía, pero sentí que no era una amenaza. Era como si tratase de decirme algo, como si el también estuviese buscando respuestas.

Es ese momento algo extraño sucedió, el cielo empezó a oscurecerse y la tierra empezó a temblar, una sombra empezó a surgir el horizonte, pero esta vez no eran simples dinosaurios, era algo mucho peor, mucho más grande. Algo que venia del fondo de la tierra y no venía en paz.

Sin dudarlo me subí al dinosaurio y empezamos a correr. El paisaje cambio drásticamente ante mis ojos. La tierra empezaba a quebrajarse, el cielo se tornaba negro y el viento soplaba muy fuerte, levantando el polvo del campo. No sabía que estaba pasando pero algo me decía que todo estaba por desatarse.

De pronto, esta gran figura se dejó ver, era una gran sombra con un rostro retorcido, como si el mismo caos se hubiese encarnado en una figura. Con un gran rugido se alzó sobre nosotros. El dinosaurio, que me llevaba a salvo, se paró en seco, mirando a la gran criatura con una mezcla respeto y temor.

Yo estaba con mucho miedo, temblaba de solo pensar que esta vez no sería tan simple, ahora estaba en riesgo el destino del mundo entero.

La sombra oscura se acercaba rápidamente hacia nosotros. Pero el dinosaurio no iba a permitir que este se saliera con la suya tan fácil. Se interpuso por el medio de nosotros y de él salió una gran luz, que contrastaba esa horrible oscuridad. Esta criatura empezó a desvanecerse dejando el aire en calma.

El dinosaurio, exhausto pero victorioso, se acercó a mi como si me dijera que todo había terminado, que todas estas pesadillas que habíamos vivido estos días ya no se iban a volver a repetir. Con una sonrisa le acaricie la cabeza, agradecida. Sabía que, aunque todo había cambiado el peligro ya había pasado.

Mi gran amigo se dio media vuelta y se alejó lentamente, perdiéndose en el horizonte. Regrese a casa, donde mamá me esperaba, y aunque el mundo que nos rodeaba estaba macado por el caos, el cielo ahora parecía más claro. Habíamos ganado, y aunque el futuro es impredecible, por fin una sensación de paz me envolvía.

 

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